Indulto a terrorista por el Presidente Ricardo Lagos, 2006

"Nunca lo voy a perdonar"


El ex funcionario fue protagonista en 1997 de un enfrentamiento en el que el frentista indultado estuvo a punto de matarlo.

Sus cuerdas vocales perforadas, una carrera truncada y temor por su vida le dejaron los disparos percutados por Ramírez.
Impotencia, mucha impotencia sintió ayer, el ex funcionario de Carabineros Héctor Pradanos Caballero, pues la persona que estuvo a punto de quitarle la vida en un enfrentamiento ocurrido en Santiago en diciembre de 1997, Dante Ramírez Soto, es el ex frentista que el Presidente Ricardo Lagos decidió indultar el viernes pasado.

La noticia le fue comunicada en la mañana por un funcionario activo de Carabineros en su domicilio de Villa Alemana. Su esposa y sus dos hijos adolescentes, que tenían 5 y 9 años cuando su padre fue baleado por ex frentistas, estuvieron preocupados durante todo el día, ya que llegó pasadas las 18.30 horas de ayer y no habían logrado comunicarse con él ni saber cómo había reaccionado frente a la noticia.

Pese al temor que siente por las repercusiones que podría tener el indulto respecto de su seguridad y la de su familia, aceptó hablar con "El Mercurio" de Valparaíso.

-¿Qué siente al conocer que el Presidente Lagos indultó a la persona que intentó quitarle la vida?

"Un rechazo absoluto, no es justo, porque tiempo atrás el Presidente había dicho que cualquier persona que atentara contra Carabineros, ya sea estando de civil o uniformado, se le iba a dar la pena de muerte. Para mí, esta persona (Dante Ramírez), merece la pena de muerte. Tiene que pagar de alguna manera, porque en ese instante atentó contra Carabineros y a mí me cortó la carrera y mi forma de vivir. No soy el mismo de antes".

-¿Se enfrentó cara a cara con Dante Ramírez?

"Fue una lucha cuerpo a cuerpo. Este sujeto (Ramírez), me agarró del chaleco antibalas y me pegó un cabezazo en la nariz, eso me descolocó y fue ahí que el otro (Francisco Díaz) me sujetó por el cuello y me disparó dos tiros en la garganta y otro en la cabeza. Cuando estaba en el suelo fui rematado por Ramírez, quien al parecer me alcanzó a disparar en el pie".

-¿Lo quiso rematar?

"Obvio que sí. Por eso estuve a punto de perder la vida".

NO SE LO DOY A NADIE

Y aunque su familia estaba consciente que cada día al salir de su casa Héctor Pradanos ponía en riesgo su integridad, nunca se imaginó que el funcionario de la 42º Comisaría de Radiopatrullas caería a manos de un terrorista, terminando con su carrera y dejándolo con sus cuerdas vocales perforadas.

Ello explica la voz ronca con la que contesta el ex cabo, quien pese a haber vivido este trance que lo tuvo grave dos meses en la UCI, reconoce que habría vuelto a la calle a cumplir con el deber que le impuso una carrera a la que optó por vocación, "hasta dar la vida si fuese necesario, aunque suene cliché -dice-".

Por eso, reitera, el indulto otorgado al delincuente que lo abatió le parece una decisión "blanda, porque refleja que no hay justicia para todos".

-¿A pesar del tiempo transcurrido y la huelga de hambre que tuvo muy mal a Ramírez, lo perdonaría?

"No...no, nunca. Hay personas que reclaman por los derechos humanos, ¿pero cómo queda uno? ¿qué pasa conmigo? porque fue un enfrentamiento, algo fortuito. El (Ramírez) desenfundó primero, yo me defendí, era mi vida o la de él, a quien la ley le impuso una pena que debe cumplir. La ley establece que si alguien atenta contra Carabineros tiene una pena que pagar, nada más. Ahora con el indulto a Ramírez no se puede hacer nada más", responde el ex funcionario con un dejo de resignación y no poca preocupación.

Mortal enfrentamiento

El 22 de diciembre de 1997, el entonces cabo segundo Héctor Pradanos cambió su turno de la tarde para poder asistir a la graduación de kínder de su hija de 5 años.

Eran pasadas las ocho horas cuando junto a su compañero Jorge Valenzuela Zúñiga, transitaba en el carro 193, percatándose de un taxi en el cual viajaban cuatro sujetos en actitud sospechosa, a los que siguieron hasta el 3232 de calle Paulo VI, en la comuna El Bosque de Santiago.

Cuando ingresaban al domicilio, uno de los carabineros solicitó la identidad a los ocupantes del vehículo, recibiendo tres disparos. Allí intervino Héctor Pradanos, quien disparó contra la banda, produciéndose un violento enfrentamiento en el que hubo un intercambio de a lo menos una veintena de disparos.

Uno de los individuos, Francisco Díaz Trujillo, sindicado como jefe de la zona Santiago-Sur del FMR, murió en el lugar; otros dos delincuentes huyeron, un tercero (Dante Ramírez) quedó herido y junto a él, el cabo Pradanos, quien logró salvarse gracias a un compañero que llegó al sitio del suceso, donde se descubrió una casa de operaciones, y en ella, todo un equipamiento para cometer atracos, aparatos de radio con frecuencias policiales para burlar los recorridos de la policía civil y uniformada, como también pelucas y chalecos antibala similares a los de Carabineros.

En esa oportunidad también se requisaron dos revólveres, un machete y un mapa de la capital dividida en cuadrantes con algunas calles especialmente marcadas.

(El Mercurio de Valparaíso, 4 de agosto del 2004)